También
la Comida de Navidad tuvo este año un componente de despedida. En
ella, celebramos la jubilación de una gran compañera, nuestra
conserje María José. Pocas personas hay tan comprometidas con su
trabajo y tan generosas con su tiempo, pues todos recordaremos cómo
nos mimaba a cada uno de nosotros y cómo se extralimitaba en sus
funciones, regando las flores, apañando el jardín, lavando y
planchando en su casa las enagüillas de la mesa-camilla o las del
salón de actos, etc. Pero no penséis, queridos lectores, que ya
hablamos en pasado, no, pues las enagüillas del salón de actos ya
están listas para el acto de graduación este año, hace unos días
las trajo María José debidamente lavadas y planchadas… Del mismo
modo, no ha abandonado sus macetas -a las que visita, por regla
general, los viernes-, ni algunas costumbres entrañables como
repartir pipas o golosinas entre el personal. Sabemos que no puede
olvidarse del lugar en el que ha sido tan feliz… Tampoco La Jara la
olvida. Y los que tuvimos la suerte de trabajar con ella y conocerla
siempre la llevaremos con nosotros, pues, como dice en su escrito, la
huella que dejan ciertas personas es mucho mayor de lo que podemos
imaginar.
Muchas
gracias, María José, por todo, te deseamos que seas muy feliz en tu
nueva etapa.
Nos
quedamos con las palabras que nos regalaste aquel día tan especial.
LAS PALABRAS DE MARÍA JOSÉ
Después
de estar trabajando algunos años en el IES La Jara, te llega el
momento en el que tienes que decir adiós, casi cuando no pensaba s
que estas cosas te iban a ocurrir, que esto solo les sucede a los
demás. Pero lo cierto es que todo llega y, aunque se dice que no
pasan años sino que pasan cosas, la realidad es que hoy estamos
todos aquí, porque han pasado años y cosas.
Y
llegado este punto, es preciso darse cuenta de lo curiosa que es la
vida. Una serie de personas desconocidas entre sí, con diferentes
orígenes, diferentes edades, diferentes aspiraciones y diferentes
experiencias coinciden en un instituto, conviven, colaboran, se
reúnen, dialogan y, con ello, se influencian recíprocamente de modo
permanente. Ninguna de nuestras vidas es ahora la misma que era antes
de entrar en el instituto. Y ello no se debe a los papeles o las
normas de trabajo, sino, exclusivamente, a las personas.
Todos
somos maestros y todos discípulos – y ¡otros somos conserjes!-,
esa es la grandeza de la vida, que al margen del puesto que
representamos, es decir, al margen del puesto que ocupemos, estamos
influyendo en los demás positiva o negativamente. De ahí la
responsabilidad de los directivos, cuyos pensamientos, palabras y
obras influyen para bien en más personas.
Yo
tengo la enorme satisfacción de haber recibido de todos vosotros una
influencia positiva. A vuestro lado he aprendido mucho, mucho más de
lo que yo puedo imaginar.
Quiere
esto decir que esté donde esté y de modo seguro e inevitable
llevaré siempre conmigo, formando parte de mí, algo de cada uno de
vosotros. Será una palabra, una frase, una idea, una sonrisa, una
imagen, una voz… No sé lo que será pero sí sé que todos
vosotros, sin excepción, formáis ya parte de mi vida, como sé que
yo también formo parte de la vuestra, ¡ y espero que sea para bien!
Gracias,
pues, por lo que me habéis enseñado, por vuestra colaboración y
por vuestra amistad. Gracias por el día de hoy, por tantísimos
ratos buenos como he pasado en este centro, con profesores, alumnos y
compañeros. Gracias de corazón, un abrazo y … hasta siempre.
María
José Ocón Cachinero
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